Lago Lemán – Encanto y desconexión total
ÍNDICE
Relájate en el Lago Lemán visitando Ginebra, Montreaux y Vevey.
Este nuevo año llegó con un cambio radical en mi vida. Tras 8 años, mi pareja y yo decidimos tomar caminos diferentes y no por ello quería renunciar a mi pasión por viajar. Ante semejante transformación, necesitaba escapar un poco de la rutina para encontrarme a mí misma y así fue como surgió la idea de visitar el lago Lemán. A priori, me inspiraba mucha confianza, lo intuía un país seguro, justo lo que estaba buscando para debutar como viajera en solitario y comprobar si esa experiencia era para mi o no.
Mi conclusión fue que se puede disfrutar y mucho cuando viajas en solitario. Aunque es cierto que, a veces, echas de menos poder conversar con alguien, sentarte en un restaurante a comer y compartir momentos. De todos modos, son aspectos subsanables y la libertad de poder ir hacia donde te apetezca sin más es algo que hay que vivirlo, al menos, una vez en la vida. En cuanto al tema de las fotos, se soluciona comprando un palo selfie con trípode, pero prepárate para que todo el mundo te mire.
Dicho esto, paso a detallar la ruta que seguí durante estos días.
Día 1. Descubriendo Ginebra
Esta escapada comienza en el aeropuerto de Barcelona a las 7:10h de la mañana, momento en el que sale mi avión hacia Ginebra. A las 9h subí al tren que me llevó hasta la estación de Cornavin en algo menos de 10 minutos y puse rumbo a mi hotel. Dejé las maletas en recepción, dado que era demasiado temprano y la habitación todavía no está preparada y me lanzé a explorar Ginebra.
Ginebra es una ciudad pequeñita y muy cómoda para hacerla a pie, que puede visitarse perfectamente en un solo día, sin entrar en museos ni profundizar demasiado. Por otra parte, y muy a su favor, no se trata de una ciudad masificada sino más bien al contrario, es pura paz y está en constante contacto con la naturaleza. Un lugar ideal para escapar de la rutina y el ajetreo que nos rodea, reflexionar y encontrarse con uno mismo.
Dado que el hotel estaba junto al Jet d’Eau, esta fue mi primera parada. Se trata de una fuente situada dentro del propio lago Lemán, de la cual emana un chorro de agua que alcanza los 140 metros de altura. Se puede ver desde cualquier parte de la ciudad y es todo un símbolo de Ginebra.
Tras mojarme un poco, continué el paseo a orillas del lago Lemán hasta llegar al Parc de la Grange. Aunque Ginebra no es una ciudad estresante ni mucho menos, este bonito parque es el lugar perfecto para relajarse, aún más si cabe, sin salir de la ciudad. Dentro del parque se encuentra el teatro de la verdura, una mansión con fuentes y hermosos jardines y una rosaleda.
Un poco más adelante se encuentra el Mirador de Lord Byron en el Parc de la Capite, desde donde se puede observar una bonita panorámica de toda la ciudad. Yo, aunque tenía prevista la visita, finalmente preferí quedarme por el centro.
Volviendo sobre mis pasos y de camino al centro de la ciudad, llego al Jardin Anglais, está construido sobre una parcela ganada al lago por la cual discurre el paseo del mismo. Este jardín alberga la fuente de las cuatro estaciones y el reloj de flores, l’horloge fleurie en francés, símbolo de la importancia de Ginebra en la relojería suiza.
Al final de este parque y junto al Pont de Montblanc está situado el Monumento Nacional en conmemoración a la adhesión de Ginebra a la Confederación Suiza en 1814. Además, en este punto también se encuentra la gran noria.
Me adentré en la rue du Rhone, una de las calles más lujosas de la ciudad. En esta calle se concentran las boutiques de las mejores marcas del mundo, por lo que es una de las zonas con mayor prestigio de Ginebra.
Mi próxima parada fue la Cathédral Saint-Pierre Geneve, cuyo interior alberga una silla de madera usada por Juan Calvino, uno de los líderes de la Reforma Protestante. Los alrededores de la catedral conservan la esencia propia de la época. Recorrerlo te transporta directamente al medievo, como si en ese lugar se hubiese detenido el tiempo.
En el corazón del casco antiguo y muy cerca de la Catedral, se encuentra la Maison Tavel. Es una casa-palacio urbano reconstruida y restaurada en varias ocasiones. En la actualidad alberga un museo que expone el desarrollo urbano de la ciudad y alguna de las antiguas costumbres de sus ciudadanos.
Sigo caminando y aparezco en Promenade de la Treille, se trata de un parque elevado con vistas a toda la ciudad en el que se encuentra el banco más largo de Europa.
Antes de bajar al parque inferior me dirijo a la Place du Bourg-de-Four. Se trata de una bonita y animada plaza con aire bohemio en la que abundan bares y restaurantes donde puedes aprovechar para comer o tomar algo. Muy cerca está el Museo de Arte e Historia de Ginebra, cuyo edificio no tiene desperdicio alguno.
Ahora sí, puse rumbo hacia el Parc du Bastion, pulmón de la ciudad en el que destacan, por un lado, el Mur des Reformateurs y por otro, sus gigantes tableros de ajedrez. En él también encontrarás el jardín botánico, la Universidad y la Biblioteca de Ginebra.
Abandoné el parque por la Place de Neuve, centro cultural de la ciudad ya que en ella se encuentra la Casa de la Ópera, el Conservatorio, el Museo Rath y la Maison des Arts de Grütli.
Dado que ya era hora de comer, crucé el Ródano por la rue des Molins y apareció ante mis ojos un “Vapiano” así que decidí entrar. Por cierto, es el más caro que jamás he visto, un plato de spaguettis 18€, pero claro, estamos en Suiza, uno de los países con mayor nivel adquisitivo de Europa.
Al terminar de comer volví al hotel para poder entrar en mi habitación, acomodar mis cosas y cambiarme de ropa debido al calor que estaba pasando. Una vez estuve lista retomé la marcha de nuevo para seguir explorando el resto de la ciudad.
Crucé el lago Lemán en barco con la compañía Mouettes Genevoises, de esta manera se obtiene la perspectiva de la ciudad desde el lago y me ahorré hacer el mismo paseo para emplear ese tiempo en ver cosas nuevas.
La línea M2 va de “Eaux-Vives” a “Pâquis” pero hay más lineas con parada en otros embarcaderos si lo prefieres. El precio estándar de un solo cruce es de 2 francos suizos y el billete de 60 minutos es de 3CHF. Este último te irá bien si quieres combinarlo con cualquier otro medio de transporte de la ciudad dentro de ese intervalo de tiempo.
Ya en el lado opuesto del lago, mi primera parada será en Bains des Pâquis. Se trata de unos baños públicos en el lago en los que hay que pagar para poder entrar. Además, cuentan con servicio de bar, masajes, sauna y baño turco.
Seguí caminando por la orilla del lago hasta llegar al Parc Mon Repos. Es el primero de una sucesión de 5 parques de una belleza excepcional dado el enclave en el que se encuentran. Ubicado a orillas del lago Lemán y con los Alpes suizos de fondo, por lo que, sin ningún género de dudas, no querrás irte de allí.
Estos parques son el lugar de ocio por excelencia de los ginebrinos. A medida que los iba recorriendo me iba encontrando multitud de personas haciendo barbacoas, celebraciones de cumpleaños por todo lo alto con globos, campañas, pérgolas y un sinfín de actividades que reunían a amigos y familiares para disfrutar de un precioso y cálido sábado.
A continuación, aparece ante mis ojos el jardín botánico donde, además de plantas preciosas, pude observar algunos flamencos rosados que deambulaban por la zona junto a algún que otro pavo real.
Tras este relajante paseo en plena naturaleza fui en busca del Palacio de las Naciones. Como es lógico, solo se puede ver por fuera. La primera panorámica que obtuve de la sede la ONU fue la entrada principal. Frente a ella está el Museo Internacional de la Cruz Roja.
A este palacio le rodea el parc de l’Ariana donde también se encuentra el Museo Ariana. Tras éste se puede observar un patio lateral donde se pueden ver las banderas de los países de la ONU.
En la Place des Nations la principal protagonista es la Chaise Cassée junto a una fuente que emana agua del suelo. Lugar muy refrescante para los días calurosos.
La silla rota o Chaise cassée, todo un emblema de la ciudad, es una escultura de madera con una altura de 12 metros que se instaló aquí en memoria de las víctimas de las minas antipersonas con el fin de incitar a los Estados a fomentar la prohibición de las mismas.
De regreso al centro de Ginebra, me dirigí a la Basilica de Notre Dame, muy cerca de la estación de tren. Acto seguido fui al Mausolee Brunswick construido en memoria de Carlos II, duque de Brunswick. Frente a él encontrarás una bonita fuente rodeada por un poco de jardín y las esculturas de dos leones custodiando la entrada al recinto.
Al caer la noche volví a mi hotel a reponer fuerzas para el día siguiente.
Día 2. Escapada a Annecy
Este día lo dediqué a visitar la ciudad francesa de Annecy.
Día 3. Montreux y Vevey
Por la mañana dejé mi hotel y puse rumbo a Montreux en tren desde la estación de Ginebra-Cornavin. Durante el trayecto de casi 1 hora de duración, se pueden observar paisajes realmente bonitos del lago Lemán rodeado de montañas y pueblos de casitas encantadoras. Merece mucho la pena.
Montreux es una ciudad turística situada a orillas del lago Lemán y rodeada de empinados cerros, en la que no hay gran cantidad de monumentos que visitar. Sin embargo, es un lugar idílico con un paisaje de postal que invita a pasear relajadamente y conectar con la naturaleza. Perfecto para viajeros que vayan en busca de belleza, calma e inspiración.
Al salir de la estación hay que bajar unas escaleras que conducen hasta el paseo costero frente al lago, lugar donde se encontraba mi hotel, el Eurotel Montreux.
Normalmente suelo alojarme en hoteles que tengan una buena relación calidad-precio, pero en esta ocasión quise darme un capricho. Es que levantarse con estas vistas no tiene precio.
Tras acomodarme en mi habitación salí a explorar este bonito enclave en el que el único sonido que escucharán tus oídos es el piar de los pajaritos. Para ello recorrí todo el paseo junto al lago encontrándome, a mi paso, zonas ajardinadas, esculturas, árboles y edificios de la Belle Époque.
A la altura del mercado de la ciudad se encuentra la escultura de Freddie Mercury en la que se concentra gran afluencia de turistas.
Durante el camino también pude observar pequeñas embarcaciones atracadas junto a los minúsculos embarcaderos, alguna pequeña cascada y, al final del trayecto, apareció ante mis ojos el esperado Château de Chillon, la joya de la corona del lugar.
Se trata de un castillo medieval cuyo interior se puede visitar, yo no lo hice por falta de tiempo, pero me hubiera gustado mucho. En él encontrarás cámaras subterráneas que sirvieron como prisión y almacén, en las que se puede ver la piedra en la que está construido el castillo. Además, verás cuatro grandes vestíbulos con exposiciones y eventos culturales y una capilla con murales del siglo XIV.
Paralela al paseo discurre la Avenue du casino, la calle principal donde se concentran todo tipo de comercios.
Después de un rato haciendo fotos al castillo comenzó a llover, por lo que puse rumbo a la estación de Veytaux-Chillon. Allí esperé el tren hacia Vevey, ciudad y comuna en la que hice mi próxima parada.
Vevey es conocida por ser el lugar al que se mudó Charles Chaplin tras abandonar los EEUU, de ahí la escultura que se encuentra en el paseo a orillas del lago. Además, esta ciudad es la sede de la multinacional alimentaria Nestlé.
Treinta minutos después llegué a esta elegante ciudad y la lluvia había remitido, por lo que pude disfrutar de ella sin ningún impedimento. En esta ciudad hay varios museos siendo el más destacado el Alimentarium. Se trata de un museo gastronómico con exposiciones interactivas e históricas, restaurante y huerto educativo. Justo enfrente de este museo, verás el tenedor “clavado” dentro del lago en homenaje a la alimentación.
A esta misma altura, se encuentra la estatua de Charles Chaplin, como ya he comentado antes. Un lugar bastante concurrido a pesar del poco turismo que encontré en esta ciudad.
El mayor atractivo de Vevey es su paseo ribereño, cuyos edificios de la Belle Époque, momento en el que vivió su mayor esplendor, y las zonas ajardinadas que lo acompañan convierten al lugar en una de las joyas de la corona de la Rivera Suiza.
Si no piensas visitar ningún museo con medio día tendrás suficiente para ver lo esencial de esta ciudad. Aunque recomiendo pasar, al menos, un día para disfrutarla con la calma que merece.
De nuevo comenzó a llover por lo que fui a comer y regresé a Montreux para disfrutar un poco de mi caprichito. Me dí un buen baño de espuma y me senté en el balcón para contemplar sus maravillosas vistas.
Día 4. Último adiós al lago Lemán.
Creo que este fue el mejor despertar que he vivido jamás, abrir los ojos y ver el enclave en el que te encuentras sin moverte de la cama es un lujo que todos deberíamos experimentar alguna vez en la vida.
Bajé a desayunar a la terraza del hotel desde la cual también se disfruta de unas vistas fantásticas del lago. El buffet era muy completo, así que conseguí disfrutar de un maravilloso desayuno en un lugar de ensueño. ¿Qué mejor manera de despedirse que esta?
Al finalizar el desayuno cogí mi maleta y puse rumbo a Ginebra para tomar mi avión de regreso a casa. Fueron unos días de desconexión y absoluta paz que recomiendo encarecidamente que lo hagas, sobre todo si estás atravesando momentos difíciles por el motivo que sea.
Espero servirte de ayuda e inspiración para que te animes a probar esta experiencia de viajar sol@ a un lugar tranquilo para reencontrarte contigo mismo. Aunque otro plan genial sería disfrutar unos días en pareja para homenajearos a vosotros mismos y escapar de la rutina.
A continuación, te dejo el mapa con los lugares más destacados del lago Lemán que aquí he mencionado y si te ha gustado este post o lo consideras útil puedes dejarme un me gusta y/o compartirlo con aquellos a quien creas pueda interesar. Te estaré muy agradecida.
¡¡Hasta el próximo destino viajer@s!!
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